APOLOSCOPIO


…pues no le había quedado de toda su magnificencia sino una de sus zapatillas, igual a la que se le había caído.

“La Cenicienta” de Charles Perrault.

Mi madre tenía 40 pares de zapatos, la crió su hermana mayor que se había casado a los 15 años con un militar y tenía 3 hijas, mi tía se llevó a mi madre y su hermana para criarlas junto a sus hijas que eran contemporáneas, así crecieron con sus sobrinas como si fueran sus hermanas, encerradas en una casita de cristal ubicada en una esquina de un pueblito en la frontera con Colombia llamado San Antonio del Táchira.

Mi madre entonces tenía 40 pares de zapatos, 2 madres (su mamá y su hermana), 2 padres (ambos militares), 3 sobrinas y 4 hermanas, a las cuales despertaban muy temprano en la mañana para enseñarles las labores de casa que las hiciera unas buenas mujeres, hacendosas con miras a ser esposas. Los fines de semana la familia entera se montaba en una camioneta y cruzaba la frontera para comprar en Cúcuta el mercado, vestidos, y por supuesto zapatos, así llegó a tener mi mamá 40 pares de zapatos en su closet.

Todos los días a las 4 de la tarde cuando la casa ya quedaba limpia, mi madre y sus hermanas y sobrinas se bañaban, se vestían, se perfumaban y se sentaban en cinco sillitas que disponían en la acera de la esquina para ver pasar la gente , ese era el momento más emocionante del día, “vamos a sentarnos en la calle “ decían y allí estaban las cinco niñas del Barrio La Popa, una especie de cinco vírgenes suicidas de San Antonio del Táchira.

Pasó por la calle mucha gente, y entre tanta gente pasaron muchos muchachos, pasó mi papá en su moto Yamaha con el cabello largo, botas y chaqueta de cuero. Tanto pasó que un día mi mamá terminó montada en la moto cruzando la frontera pero para ir a bailar “Big in Japan” de Alphaville en una discoteca de Cúcuta.

Luego pasó lo esperado, mi mamá se aburrió de pararse en la esquina del barrio a ver pasar gente y prefirió irse en la moto con mi papá de una buena vez por todas a bailar para siempre, hasta que se le desgastaran las suelas de sus zapatos. De tanto bailar sucedí yo.

Así vino el escándalo, el grito al cielo de las dos madres de mi mamá, la reprimenda de los dos papás militares, la complicidad de las hermanas y sobrinas, y finalmente la aceptación de que mi mamá se iba a sentarse en otra esquina con mi papá. Se hicieron los preparativos de la boda a expensas de los improperios de mi abuela y finalmente se le abrieron las puertas de la casa a mi papá que fue con dos maletas buscando a mi mamá, entró en el cuarto y empezó a empacar.

Cuando mi papá abrió el closet, miró detenidamente el interior y se sentó en la cama, muy callado a contar. 1, 2 , 3, 4, 5, 6…16…28…33…38, 39, 40. Cuarenta pares de zapatos, en letras y en números, 40. Sandalias, zapatillas, mocasines, botas, zapatos de deporte, cholitas, de todos los modelos y todos los colores, cuarenta pares de zapatos, cuarenta. Cuando mi mamá le preguntó a mi papá qué le pasaba, le dijo “María, conmigo no va a tener esto”, y a ella no le importó, eran sólo zapatos, obvio.

Pasó el tiempo y pasé yo, nos mudamos a Maracaibo, y los zapatos se fueron desgastando, llegaron nuevos zapatos y otros fueron a la basura, pero nunca, nunca, nunca, mi mamá volvió a tener cuarenta pares de opciones a la hora de salir a la calle. También sucedieron buenos días, y malos días, noches de fiebre y sábados de paseo, noches en que mi papá no llegó a casa y yo dormía con mi mamá; el colegio, comprar zapatos para mí, ropa para mí, las fiestas de cumpleaños con piñata de payaso, y varias casas por las que pasamos y ya no recuerdo. Luego mi papá se quedó sin trabajo y vinieron los días duros, los días justos y así mi mamá, una noche que nos habían invitaron a una boda, se sentó en la cama a llorar porque tenía un solo par de zapatos y no le combinaban con el vestido. 

Un solo par que utilizaba a diario, un par que combinaba a juro con todo, pero que justamente esa noche no combinaba con el único vestido que tenía. La vida misma, tu único par de zapatos no combina con tu único vestido decente. Nos desvestimos, nadie fue a la boda y esa noche mi mamá se acostó extrañando sus otros 39 pares de zapatos, por mucho que se aburriera en la esquina de aquel barrio.

Yo tengo 6 pares de zapatos: una botas que me las pongo casi a diario, unos zapatos casuales corte alto negros, otros corte bajo negros con verde que me regaló usados un amigo pero que están muy viejitos y ya me pongo poco, también tengo unos grises de gamuza y otros negros elegantes para ocasiones especiales, recientemente me compré unos deportivos que siempre es necesario tener. Tengo 6 pares de zapatos y trato de no caer en la tentación de comprar más,  creo que 6 es la cantidad justa, 6 no son muchos zapatos pero tampoco son pocos. Cada vez que abro mi closet con 6 pares de zapatos recuerdo a mi mamá sentada en la cama diciéndome mientras lloraba:

-Cuando su papá fue a buscar las cosas en mi casa, abrió el closet  y contó cuarenta pares de zapatos, cuarenta. Y me dijo señalando los zapatos “Gordita, conmigo no va a tener esto”.

-¿Y usted qué le dijo? – pregunté yo.

-Que todo iba a estar bien, así tuviera un solo par de zapatos para todo.

Usualmente escribo sobre música, cine y nostalgia. No es mi culpa, me escribieron así.


Mi trabajo

Actualmente:

Project lead en una agencia de publicidad. Me pagan por estresarme y estresar a los demás.

Lo que realmente hago:

Memes sobre cine en @memellevague. IG Stories sobre música y videos en @apoloscopio. Playlist que sólo escucho yo en Spotify. Textos sobre la tristeza aquí.

Lo que realmente quiero hacer:

Abrirme un Onlyfans para vender mis pies.


Sobre mí

Diez años de experiencia en creación de contenidos, copywriting y creatividad. Tres años de experiencia en televisión por cable y ad sales marketing. Cuatro años de experiencia en social media, estrategia digital y comunicaciones. Actualmente en contenidos para campañas de plataformas de streaming y entretenimiento.

Crecí en un pueblito que no tenía cine así que como venganza decidí estudiar cine. Grabé videoclips en cintas de VHS. Hice mixtapes grabados de la radio con la voz del locutor. Rebobiné cassettes con bolígrafos. Renté películas en Blockbuster y trabajé en una discotienda porque quería ser como los chicos de Empire Records.


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